jueves, 4 de julio de 2013

Mare Nostrum



Testigo ancestral del dolor, el mediterráneo atesora el atávico rumbo trazado por quienes surcaban sus aguas reclamando el dominio de todo lo circundante. Pioneros en el conocimiento y la aventura, abrieron una escotilla para que, uno tras otro, fuesen aconteciendo episodios que, al paso de la historia, nos han ido revelando humanas necesidades e intenciones.

Honor, de un mar que ha padecido profundas heridas. Opresión y dolor soportado sobre sí con el tráfico de esclavos y cruentas batallas, que han ido produciéndole estigmas semejantes al que hoy emerge tras la deriva de cada patera abatida por el temporal o calcinada por el sol, sobre su vastedad inmisericorde.

Al-Bahr al-Mutawāsit -el mar intermedio- es el mar al que se enfrentan miles de desplazados. Sobre él, en cada singladura, han derramado su esencia, en profusa sucesión, pueblos y civilizaciones, ancestros de quienes hoy parecen dirigir sus naves en pos de otra conquista, de idéntica relevancia histórica y rango de sufrimiento. Víctimas del abandono social, la injusticia y la violencia. Forzada alternativa para quienes solo queda la huida -contra viento y marea- hacia un futuro incierto que atisban desde sus orillas y que, a pesar de los esfuerzos, se desvanece, con angustiosa frecuencia, bajo sus procelosas aguas.
 
 
 
 





En este contexto, “MARENOSTRUM”, pretende ser una alegoría sobre el esfuerzo humano y el desafío por la supervivencia. Sobre los intentos del hombre por mejorar su posición social y por huir de sistemas opresivos, donde el progreso no es siquiera planteable y el fracaso un destino habitual. Una metáfora sobre nuestra capacidad de adaptación y superación, aún en las peores circunstancias.


Esta propuesta, persigue generar un espacio reflexivo que arroje luz sobre las sombras de esta tragedia, repetida en todas las latitudes. Sirva como punto de partida, como pretexto, algo que nos es próximo: el tránsito africano en nuestro entorno mediterráneo.

“MARENOSTRUM” quiere, sobre todo, rendir  tributo a aquellos que, lejos de encontrar su perseguida Arcadia, siguen soportando estados de miseria y continúan sufriendo el desamparo social, enfrentados a muros insalvables de represión y pobreza,
desarraigo familiar y de origen y que, como consecuencia directa, arrastran la pérdida de sus señas de identidad social y cultural.


                                                                                                           JUAN SOLER




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